Después de un incómodo silencio, Don Jorge me dice: "¡Es que nosotros no sabíamos!" Yo, con la mirada perdida, buscando encontrar una palabra correcta le contesto: "¡Yo lo sé!"

Don Jorge, como muchos padres y madres de familia, ha participado en el programa "La escuela es nuestra, mejor escuela" de la Ciudad de México. Este es un programa que busca mejorar la infraestructura de los edificios escolares a partir de la participación voluntaria de los padres y madres. El gobierno de la Ciudad de México entrega recursos financieros y los voluntarios los ejecutan. Aunque suene a un programa positivo para las escuelas, ha implicado un gran reto en donde los directivos, en muchas ocasiones, hemos quedado en medio de la tormenta. Un claro ejemplo fue el trabajo de Don Jorge y la Sra. Amelia, originalmente, eran seis padres de familia, pero al final solo fueron ellos dos, quienes, después de muchos trabajos y complicaciones, construyeron una barda perimetral en una escuela secundaria. La barda fue destruida casi en su totalidad por un tianguis que se encuentra fuera de la escuela, pues por años se han colgado de la infraestructura escolar; además, la escuela fue construida en los años 60 y, por lo tanto, es un edificio antiguo lleno de necesidades.

La primera complicación que tuvieron los voluntarios fue el tianguis, pues resultaba un impedimento para realizar las excavaciones; además, esa área tenía varios árboles que fueron afectados por las estructuras que tuvieron que instalar. Desafortunadamente las raíces de los árboles fueron afectadas y a pesar de que no fue culpa de quienes voluntariamente levantaron la barda, los enlaces de la delegación los culparon y se comportaron de una forma poco profesional. Es importante resaltar en este punto que es una tarea titánica pedir este apoyo, ya que son pocos los padres y madres que tienen el tiempo y la voluntad de ayudar en estas actividades y con este tipo de actitudes que toman personas externas, nos enfrentamos a que cada año sean menos. Nadie le dijo a Don Jorge y a la Sra. Amelia cómo se debía hacer esta actividad, el cuidado que se debía tener con los árboles y con la infraestructura en general. No solo se trata de dar el recurso financiero y esperar que mágicamente los voluntarios tengan conocimientos de ingeniería, arquitectura, urbanismo, etc., implica una capacitación y un acompañamiento real no solo a las madres y padres sino también a nosotros como directivos escolares. 

Desafortunadamente, esta situación se repite en diferentes escuelas, afectando no solo a esa institución, sino a todo el sistema educativo, porque no hay reglas claras. "La escuela es nuestra” es una buena iniciativa, pero se necesita un acercamiento más puntual de especialistas que acompañen a los voluntarios y a los directivos de las escuelas y una comunicación clara entre las diferentes entidades involucradas en el proceso.