La Educación: Nuestra Herencia y el Desafío de los Nuevos Tiempos
Elisa Pérez Ortega
Puebla
30 de Agosto del 2024
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Como madres y padres de familia en la actualidad, enfrentamos retos significativos derivados de los grandes cambios de nuestros tiempos. La educación tradicional en el pasado ofrecía la esperanza de un mejor futuro, un camino claro hacia la estabilidad y el éxito.
Recuerdo con nitidez cómo mi padre, al verme frustrada por no entender una lección o por no poder memorizar fechas históricas, solía repetirme: “pesa menos un lápiz que una pala”. Para él, esa era la manera de asegurarme un porvenir mejor a través del conocimiento y el estudio.
Sin embargo, hoy día las cosas son distintas. Memorizar fechas o lecciones ya no es suficiente para navegar el complejo mundo en el que vivimos. Cada vez que me encuentro con viejos amigos de la escuela, reflexionamos sobre la realidad que enfrentamos porque muchas de las habilidades esenciales para la vida se aprenden fuera del aula.
Estas habilidades, comúnmente conocidas como “habilidades blandas”, son difíciles de cuantificar en un sistema educativo tradicional. ¿Cómo se podría evaluar con una nota la creatividad, la empatía o la capacidad de liderazgo? Y aquí radica uno de los grandes desafíos que enfrentamos tanto las madres y padres de familia como las instituciones educativas. No podemos seguir usando los mismos modelos de hace más de cien años para educar a las mentes del nuevo milenio.
Reflexiono a menudo sobre el futuro de mis hijos. En un mundo cada vez más dinámico y desafiante, me pregunto ¿qué tipo de personas llegarán a ser?, ¿qué logros alcanzarán?, y ¿cómo podrán contribuir a la construcción de una sociedad mejor? Y en medio de todas estas preguntas, una certeza se fortalece en mi mente: la educación es el pilar fundamental sobre el cual se edifica el futuro de nuestros hijos e hijas.
Enviar a nuestros hijos e hijas a la escuela es un acto que va más allá de simplemente inscribirlos en un programa de estudios. Es una inversión en su desarrollo integral como seres humanos. La escuela es un espacio donde adquieren conocimientos, sí, pero también es donde se forman como individuos, donde aprenden a convivir, a entender y respetar la diversidad, a resolver problemas y a construir relaciones basadas en la empatía y el respeto mutuo.
La educación tiene un valor incalculable para las familias. Es la llave que abre las puertas a innumerables oportunidades, el medio que permite a nuestros hijos e hijas acceder a un futuro lleno de posibilidades.
Un buen nivel educativo les proporcionará las herramientas necesarias para tomar decisiones informadas, para ser críticos y creativos en sus enfoques, y para enfrentar los desafíos con confianza y resiliencia. Pero más allá de lo académico, la educación les enseña a ser personas íntegras y críticas, capaces de contribuir de manera positiva y significativa a la sociedad.
La escuela es, además, un espacio crucial para la transmisión de valores. Es donde nuestros hijos e hijas aprenden sobre el respeto, la tolerancia, la solidaridad y la responsabilidad. Estos valores, tan necesarios en una sociedad en constante cambio, son la base sobre la cual se construyen comunidades más justas y equitativas.
Al fomentar en nuestros hijos e hijas una conciencia social, estamos preparando a ciudadanos y ciudadanas que no solo piensen en su propio bienestar, sino que estén comprometidos con el bienestar colectivo, con la justicia social y con la construcción de un mundo más democrático y participativo.
La decisión de enviar a nuestros hijos e hijas a la escuela tiene implicaciones que van más allá de los beneficios individuales. Una sociedad educada es una sociedad más próspera, más desarrollada, capaz de enfrentar los desafíos globales con mayor eficacia y creatividad.
La educación es, sin duda, la inversión más importante que podemos hacer, no solo en el futuro de nuestros hijos e hijas, sino en el futuro de toda la humanidad.
Nuestra responsabilidad como madres y padres de familia no se limita a asegurar que asistan a la escuela. Debemos estar presentes en su proceso educativo, acompañándolos, apoyándolos y fomentando una curiosidad innata por el mundo que los rodea. Es crucial que les brindemos un entorno en el que se sientan seguros para explorar, para preguntar, para equivocarse y aprender de sus errores.
La educación es mucho más que una simple obligación o una necesidad práctica. Es una herencia invaluable, una inversión en el futuro que tiene el poder de transformar vidas, familias y comunidades enteras. A través de la educación, no solo preparamos a nuestros hijos e hijas para enfrentar los desafíos del mundo moderno, sino que también contribuimos a la construcción de un mundo mejor, más justo y humano.
Elisa Pérez Ortega
Puebla
Mi nombre es Elisa Pérez Ortega, nací en 1991 el municipio de Acaxochitan en el estado de Hidalgo, soy ama de casa y tengo 2 maravillosos hijos, uno de casi 8 años que cursa el segundo grado de primaria en la escuela General Rafael Cravioto y otro de año y medio.
Estoy casada desde el año 2015 con Humberto Martinez, juntos vivimos en la hermosa comunidad de Patoltecoya en el municipio de Huauchinango en la Sierra Norte Poblana.
Entre mis mayores alegrías se encuentra pasar tiempo de calidad con mi familia. Disfruto enormemente de las tardes tranquilas viendo películas juntos o sumergiéndonos en series interesantes, momentos que aprovecho para fortalecer nuestros lazos y crear recuerdos inolvidables.
Sin embargo, mi mayor pasión y el centro de mi vida son mis hijos. Dedico todo mi tiempo y esfuerzo a su educación y bienestar, esforzándome cada día por ser una guía y un apoyo constante en su crecimiento. Mi objetivo es estar siempre presente para ellos, nutriendo su desarrollo emocional e intelectual, y preparándolos para enfrentar el mundo con confianza y valores sólidos.
Esta es la esencia de quién soy: una madre dedicada, una esposa amorosa y una mujer comprometida con el bienestar y la felicidad de su familia, encontrando en cada día nuevas razones para agradecer y disfrutar de la vida que he construido con amor y dedicación. Me gusta aprender muchas cosas y apoyar a la escuela en los proyectos que se desarrollan.
Soy la presidenta del Comité del programa federal LA ESCUELA ES NUESTRA y me encanta leer, en este momento disfruto del libro "El Infinito en un Junco" de Irene Vallejo.