Los consejos escolares de participación social: elefante blanco en las escuelas. Balance del sexenio sobre la Participación Social en la Educación
Marbelia Molina Martínez
Guerrero
07 de Junio del 2024
Comparte este artículo:
Soy maestra por vocación con 36 años de servicio que he dedicado a brindar con amor, compromiso y responsabilidad, educación a los niños y niñas de Tierra Caliente en Guerrero.
En estos años fundé el Jardín de Niños “Rosaura Zapata” en Tlapehuala donde conocí y viví la experiencia de lo necesario e importante que es promover la integración y participación de los padres de familia y comunidad en las actividades educativas; labor que no es nada fácil cuando sabemos la diversidad de actividades que se tienen que atender en las escuelas.
“El Jardín que nació en las Piedras” (1992) ahora Jardín de Niños “Rosaura Zapata” es resultado y fruto de esa gran participación social; se construyó en un terreno difícil donde hacer un hoyo para plantar un árbol resultaba casi imposible. Recuerdo que las primeras máquinas retroexcavadoras que llegaron a emparejar el terreno terminaban sin sus porta dientes.
Mencionar la fundación de esta escuela me permitió viajar en el tiempo; recordar todos esos días, horas, fines de semana dedicados a la gestión para lograr lo que es ahora: Un centro escolar de organización completa, bien equipado y con una matrícula de más de 100 alumnos. Parece fácil, pero cuando no se cuenta con el apoyo necesario de las autoridades educativas, fundar una escuela es un trabajo titánico.
Sin el valioso apoyo de las familias, de los comités de padres de familia, incluyendo el comité de participación social y de la comunidad, esto no hubiera sido posible. Durante la construcción de este plantel establecimos un ambiente social y de sentido de pertenencia en los padres de familia y en cada actividad, siempre contábamos con su presencia.
Recuerdo cómo disfrutaban las actividades escolares y extraescolares: mañanas de trabajo, campañas de limpieza, reforestación, lectura, y esperábamos con emoción en el mes de marzo la escenificación de los cuentos donde cada estudiante daba lo mejor de sí porque sabía que iban a ir a verlos su papá, mamá o abuelita.
Así fue como le dimos vida a los “Consejos de Participación Social” que, dentro del carácter administrativo desde 1992 hasta el presente año 2024, nos piden tener y trabajar un Proyecto de Trabajo Escolar que atienda los siguientes temas: salud escolar, protección civil y seguridad escolar, promoción de la lectura, alimentación saludable, convivencia escolar desaliento de prácticas violentas y consumo de sustancias nocivas para la salud, actividades recreativas, artísticas y culturales.
Sin embargo, en estos últimos seis años, al igual que en los anteriores, no se logró impulsar la participación social aun cuando el enfoque de la Nueva Escuela Mexicana es humanista y nos pide estar de cerca con la comunidad.
Existe una plataforma de la Secretaría de Educación donde se registran los Consejos Escolares y se reporta información de las sesiones que realizan, pero son solo números, estadísticas; en la realidad, no son del todo funcionales.
En cada entidad del país existe un COESTPAEE (Consejo Estatal de Participación Escolar en la Educación) donde el presidente honorario debe ser el secretario de Educación y también lo conforma una secretaria técnica que es la responsable de los consejos en la entidad y los consejeros integrados por las diferentes regiones del estado.
He tenido la oportunidad desde el 2022 de formar parte como consejera y aunque reconozco el compromiso de cada uno de sus integrantes, la realidad es que no han sido funcionales en las escuelas.
La pregunta es entonces: ¿Qué nos hace falta para darle vida a los Consejos Escolares de Participación Social?
De acuerdo a mi experiencia y valorando nuestro contexto, se necesita de un verdadero involucramiento y participación; todas y todos unidos en un trabajo en comunidad: docentes, directivos, supervisores, padres de familia, alumnos, alumnas y autoridades educativas, y buscar un equilibrio para poder atender de manera equitativa e inclusiva la dimensión pedagógica, dimensión social, dimensión administrativa y la dimensión comunitaria; sin anteponer una sobre otra, porque finalmente esto es la columna vertebral del funcionamiento en una escuela.
Concluyo este texto haciendo referencia a dos testimonios de mis compañeras directoras en relación al funcionamiento de los Consejos Escolares de Participación Social:
“Considero que tiene que ver con los tiempos, la disposición y la sensibilización de los padres de familia y los temas que se atienden, para poder impulsar su funcionamiento”.
“Hace falta más compromiso de los Integrantes de estos Consejos Escolares que les permita cumplir con esa responsabilidad asumida y también sentirse parte de la escuela y crear vínculo de afecto con la institución”.
En mi opinión como supervisora escolar, considero que una verdadera estrategia de atención para disminuir la carga administrativa en las escuelas podría coadyuvar a garantizar que se brinde el tiempo y atención que requiere la participación social en las escuelas.
Marbelia Molina Martínez
Guerrero
Nació en Tlapehuala, Tierra Caliente de Guerrero, México en 1968. Es supervisora de educación preescolar con 36 años de servicio en la docencia. Fundó en 1999 del Jardín de Niños “Rosaura Zapata” de Tlapehuala, Guerrero. Tiene una maestría en Gestión de Instituciones Educativas en el Colegio de Estudios de Posgrado de la Ciudad de México; doctorado en Eco Educación por el Instituto Universitario de Puebla, extensión Morelia, Michoacán; Certificación Doctoral por el Colegio Internacional de “Doctores Unidos por el Mundo”; así como diversos reconocimientos: “Excelencia Educativa” por el Programa “Formando Formadores” del Tecnológico de Monterrey; Premio ABC “Maestros de los que Aprendemos” por el Proyecto Educativo “Trabajando Juntos”, de Mexicanos Primero; la distinción Internacional “Honoris Causa” por el Instituto Cosvic de San José, Costa Rica. Es coautora del cuento infantil “El Día en que la Tierra Sonrió”.