Reflexiones de un ciclo por concluir y la ilusión del próximo capítulo

 Juan Carlos Jiménez Hernández

 Premio ABC 2021/ Tamaulipas

 27 de Junio del 2025

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La vida, al igual que los ciclos escolares son, en su esencia más pura, una serie de círculos concéntricos que se expanden y se contraen, se inician y se cierran, pero nunca realmente terminan.

La cavilación sobre el círculo en la vida humana nos recuerda la oportunidad constante de renovación y aprendizaje. Cada vez que un círculo se cierra, ya sea un día, una estación, una relación, una fase de nuestra vida o un ciclo escolar, se abre la posibilidad de comenzar de nuevo, de aplicar las lecciones aprendidas y de trazar un nuevo arco, quizás más amplio, más sabio, más pleno. La vida no es solo una línea que avanza, sino un baile circular que nos permite reinventarnos una y otra vez.

Estas reflexiones nos sirven para comprender que la idea del círculo en la vida humana y en la escuela se aplica con certeza a la idea del ciclo escolar, ya que, de hecho, círculo y ciclo son conceptos cercanos.

Bien vale la pena meditar ahora que estamos a pocos días de culminar el Ciclo Escolar 2024-2025 sobre lo acontecido en este lapso y sobre las expectativas que se tienen para el siguiente.

A título personal, permítanme compartirles una anécdota que viene a mi memoria al respecto de las tantas cosas que se viven como docente frente a grupo, cuando el fin del ciclo escolar se avecina.

Durante el último día del Ciclo Escolar 2010-2011 todos los alumnos y alumnas se despidieron y se retiraron a sus hogares de forma veloz y en pequeños grupos. Al final, el aula quedó vacía y vi de reojo que una mujer se asomaba hacia adentro, desde el umbral de la puerta.

La invité a pasar y se acercó despacio y tímidamente. Era la madre de Francisco, quien fue un alumno que representó uno de los más grandes retos para un servidor, como maestro. Era un torbellino, propenso a la agresión verbal y física en contra de sus compañeros. Además, no sabía leer ni escribir al principio del año escolar, a pesar de estar ya en primaria alta.

Durante todo el ciclo escolar tuve que ponerle especial atención, para lo cual planeamos varias estrategias en colaboración con la maestra de educación especial, la psicóloga de la Unidad de Servicios de Apoyo a la Educación Regular (USAER), el maestro de Educación Física y el bibliotecario.

El esfuerzo fue arduo y el avance lento, no obstante, los resultados positivos se empezaron a notar en los últimos dos meses de clases.

Cuando Doña Antonia se acercó al escritorio me dijo lacónicamente:
“Pancho no quiso venir este último día profe. Pero aquí le mandó esto”. Me entregó una hoja cuidadosamente doblada, dio la media vuelta y salió como entró. 

Desdoblé la hoja y en el centro había una sola frase que decía: “gracias por todo profe, nunca lo voy a olvidar”. Un nudo áspero me cerró la garganta y no pude evitar que las lágrimas salieran de mis ojos.

Es increíble la maravillosa oportunidad que tenemos las y los maestros de impactar en la vida de cada uno de los alumnos y de las alumnas, a veces, sin darnos cuenta. Como dijo uno de mis maestros normalistas, “el maestro es ejemplo hasta en la forma de agarrar el taco”.

En ese escenario de remembranza y cavilación, puedo decir que durante el presente ciclo escolar que ya se escurre como agua entre los dedos, hemos sido partícipes y testigos de la consolidación de ciertos aspectos de la Nueva Escuela Mexicana, con todas sus bondades y sus áreas de oportunidad.

El nuevo marco curricular sigue siendo un tema de conversación y adaptación. Para el 2025-2026, la expectativa es que la implementación de los proyectos comunitarios y el aprendizaje basado en proyectos alcance una madurez mayor. Esto implica que exista claridad en la planeación a partir de que los docentes tengamos herramientas y capacitaciones más concretas y menos ambiguas, para diseñar proyectos que realmente conecten con el contexto de nuestros estudiantes.

Es necesario también que las escuelas cuenten con el material necesario, y que la burocracia no impida la gestión de salidas o la vinculación con la comunidad para llevar a cabo estos proyectos de manera significativa.

Y además, es de suma importancia lograr una autonomía docente bien entendida donde se confíe en la experiencia del docente para adaptar y enriquecer el currículo, sin sentir la presión de cumplir con formatos rígidos que a veces limitan la verdadera innovación. Todo ello en aras de la excelencia educativa y para el beneficio de las y los estudiantes.

Un ciclo está por cerrarse y otro nuevo capítulo se asoma a lo lejos con renovada ilusión. Circunstancia ante la cual, bien sirve evocar las palabras de la Madre Teresa de Calcuta que nos recuerda una verdad toral para quienes ejercemos la hermosa profesión de la docencia: “Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo. Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño. Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida”.

Sin embargo, en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño, perdurará por siempre tu huella imborrable del camino enseñado en la mente tierna de los que mañana se irán. Hay que concluir el ciclo escolar a tambor batiente y reinventar el que viene. Y a lo que sigue, ¡que sigue mucho! 

Juan Carlos Jiménez Hernández

 Premio ABC 2021/ Tamaulipas

Licenciado en Educación Primaria por la Escuela Normal Federalizada de Tamaulipas. Cuenta 26 años experiencia docente. Cursó una maestría en Innovación Educativa en la Universidad Pedagógica Nacional 281 de Ciudad Victoria, Tamaulipas; además, es Doctor en Políticas Educativas por el Centro Regional de Formación Docente e Investigación Educativa (CRETAM). Se desempeña como Asesor Técnico Pedagógico en la Zona Escolar 118, Sector 22 de Nivel Primaria en Ciudad Victoria, Tamaulipas. Ganador del Premio Nacional ABC 2021, Aprendiendo en Comunidad, en la categoría Ser Comunidad, con el Proyecto Clases en tu Hogar Radio.

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